lunes, 24 de agosto de 2009

Lanús SA

Sin Sand, pero con la magia de Salvio, los goles de Salcedo y el respaldo de un equipo. Lanús es más, pese a que Huracán coqueteó con la hazaña.

Media hora de tiki tiki paga mejor que noventa minutos de improvisación.

Porque detrás de esa media hora de toqueteo hay años de prolijidad. Y atrás del partido entero de "jugamos a lo que salga" hay años de desatino, y un oasis de seis meses.

A Huracán le duele la derrota, pero más le duele tener que emparchar agujeros mientras el de enfrente, justo ése, usa su idea de juego para dejarlo desnudo y expuesto.

Si Lanús no se derrumbaba, si mantenía aquella media hora de tiki tiki por un rato más, se iba a cobrar y con intereses el zaino que Huracán le había pegado en el Clausura.

Por eso quedó la ilusión óptica de que Huracán mereció el empate; lo mereció su sana tozudez del segundo tiempo, cuando con proyectos de Pastore, Defederico y Toranzo, y con el quijotesco Bolatti recuperando la memoria perdida en el primer tiempo, arrinconó a su rival.

Aquella media hora de tiki tiki de Lanús tuvo el respaldo de un equipo pero tres protagonistas excluyentes. Uno es Eduardo Salvio, un caradura argento que mezcla potencia de la liga italiana, velocidad de la inglesa y fantasía de la española. No se lo puede clasificar: lo ponen de volante, usa la 9 y desborda como wing... Y está preparado para jugar bien en cualquier cancha del mundo. Otro, Santiago Salcedo, el de la menuda tarea de reemplazar a Pepe Sand que le puso carne y sangre, con dos goles, a su presentación fantasmal por la Copa ante River. Y el tercero es Eduardo Ledesma, el que nadie espera, el enganche que juega de volante externo, el que mejor entiende cómo ocupar espacios vacíos. Sucede que Toto encandila en cada arranque. Y Lanús tendrá que poner un par de candados para que en esta semana, la que resta que cierren en Europa los libros de pases, no hagan fila para llevárselo.

El derrumbe de Lanús, físico y mental, permitió que la revolución que armó Cappa en el segundo tiempo tuviera olor a hazaña. Con un pedazo de la columna -la idea del DT, Goltz y Bolatti- pero sin 9, y con un puñado de pibes enjundiosos, Angelito le devolvió algo de forma a su mutilado subcampeón. Y los chicos, aún con la candidez de los que recién empiezan, pusieron el pecho. En este contexto, debe destacarse la dignidad de los que se quedaron, aun cuando alguno, con palabras, haya alimentado el amor de la tribuna mientras Defederico grita por su libertad.

En una conclusión ilógica, el fútbol muestra su cara lógica: holgado en los bolsillos, vendiendo poco y reemplazando a tiempo, el que viene de ser tercero está mejor que el que fue segundo y, para muchos, el campeón sin corona.

Fuente: Diario Olé

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