

El empate le dio a Velez la bocanada suficiente como para emparejar lo que se le había complicado. Para Lanús, fue un golpe de knock out ya que nunca pudo recuperarse en los 20 minutos que quedaban, a pesar de contar con una clara más, un remate de Biglieri en el que Montoya dio rebote. Sobre el final, Faccioli también vio la roja y terminaron diez contra diez.
El Grana no pudo, no encontró su mejor versión prácticamente nunca en el torneo (si tomamos en cuenta que la mejor versión de este equipo pudo haber sido la última parte del torneo anterior cuando se afianzó Salvio como titular de volante, Lagos adelante junto al Pepe y sobre todas las cosas, cuando a la defensa le terminó dando el orden necesario la vuelta del Patrón Jadson Viera). Atrás, el funcionamiento cambia notablemente cuando faltan alguno de los centrales titulares. Los dos cinco, salvo contadas excepciones, hicieron su labor mucho mas cerca del área grande que del medio juego (esto incluso explica que teniendo el control correctamente del juego, llevaría a defender más adelante y no a exponerse con diferencia numérica a favor a una posible falta como la del penal, sobre el costado del área, cuando el hombre de Vélez ni siquiera encaraba hacia adentro y lo único que había que hacer era acompañarlo. Es cierto, no marcaba Zubeldía en la jugada crucial pero si el funcionamiento es el correcto, nunca debería haber ocurrido siquiera la contingencia). Y sobre el final, el juego, que era una usina generadora de situaciones, dejó de serlo con un Blanquito no tan en su nivel y con un Valeri que más que GPS de la cancha como supo tenerlo incorporado en algún momento anda buscando su mejor versión que parece haber quedado en el Apertura 2007. Poco para reprocharle a los delanteros, que cuando la cosa camina mejor, trasladan a la red mucho de ese funcionamiento, pero que cuando la cosa viene en cuanta gotas, dejan de convertirse en los definidores para pasar a ser luchadores de lo poco que reciben.
La experiencia de ser el equipo con más puntos a lo largo de la temporada y no coronarse, a pesar de generar cierta calentura en los más apasionados y cierto orgullo en aquellos que ven a un Lanús siempre protagonista, debe servir para, por un lado, ratificar todo lo bueno del camino que el Grana inició allá hacia finales del 2005 con el siempre gigante Ramón Cabrero y para ser autocríticos en ciertos puntos y no escudarse en un logro producto del propio protagonismo, pero que quedó solo en eso, más por falencias propias que por virtudes ajenas. Hay que tomar lo bueno de todo, aprender. Lanús esta construyendo su mística. Sus jugadores, mayoría absoluta de inferiores, reflejan otro sentimiento a la hora de entrar al campo y quienes seguimos a esta camiseta desde hace tiempo, sín dudas podemos dar fe de esto. No es casual, que el trabajo a largo plazo se refleje en el campo. Explica no sólo el protagonismo de Lanús, sino el de Estudiantes también y el de Vélez, el club siempre a imitar, el grande que se forjó por si solo, sin ayuda de los medios.
Quedan sensaciones ambiguas, mucho orgullo propio de una realidad que la tabla no miente y es ver a un equipo encaramado en lo más alto y cierta bronca por no aprovechar lo que en algún momento parecía servido en bandeja. Aunque nos duela, es justo que un equipo que pierda cinco partidos no sea campeón. Nadie seguramente iba a reparar en este dato si el resultado de ayer hubiese sido diferente, pero a la hora de autocritica, así como defendemos los logros que se pueden ver en la tabla, utilizamos el mismo criterio para mejorar sobre los errores que surgen por si solos. Dos de esas cinco derrotas fueron contra equipos que iban últimos a la hora de enfrentarnos. Que la cancha chica, que la concentración, que lo que sea. Allí puede estar la causa de no haber escrito otra vez el nombre del Club Atlético Lanús en la cima de lo más alto.
Queda solo una fecha, y el fixture nos encuentra esta vez como juez a la hora de dirimir el descenso. Delante de nosotros aparece San Martín de Tucumán, con la necesidad de ganar y esperar una derrota de Gimnasia para poder zafar del descenso. Un marco hostil esperará al equipo, que alguna vez supo ganar en esa cancha (como olvidar aquel triunfo del 93 por 1 a 0, que incluyó un penal sobre la hora atajado por el Monstruo Ojeda). Un triunfo, sería la mejor manera de cerrar un campañón, que por falencias propias será recordado como el año en que fuimos los mejores de la temporada y no pudimos ser campeones. De todo se aprende Grana, si logramos hacerlo con esto, seguramente estaremos contando otro final la próxima vuelta.
Por Arthur Andersen Potty
Fuente: Diario Olé
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