sábado, 16 de mayo de 2009

Blanco y radiante

Lanús sufrió en el arranque y fue sorprendido por Central, pero se destapó Sebastián y el Granate pudo treparse a la punta. Ahora va con todo por Banfield.













Tiene que ser así? ¿Hay que entregar un tiempo? Parece que sí, que Lanús se adapta a la letra del tango: "Primero hay que saber sufrir...". Pero qué importa, si cuando se encienden los pibes vuelan las palomas, hay fuegos artificiales, asociaciones lícitas en ataque, toques y velocidad. Hay todo eso, sí, pero este Granate que terminó la noche pavoneándose con la punta deberá ajustar algunas tuercas. Porque se viene Banfield, porque el torneo entró en la recta final y porque para ser campeón no hay que regalar nada, pero nada.

Hubo cambio de roles, en el arranque. Ese equipo vistoso, que pretendía quedarse con la cima del torneo, el que estaba sindicado para desestabilizar el auge de Vélez, de pronto no salió a la cancha. La chapa de candidato, Lanús la dejó en el vestuario. Si bien tuvo una jugada clara a los dos minutos, su iniciativa murió ahí, en esa pelota de Sand que tapó Broun. Desde ahí, el visitante se permitió moldear, aunque fuera por 45', uno de sus mejores partidos en el campeonato. Las virtudes de Central se vieron potenciadas porque el dueño de casa hizo todo mal: cuando debía acelerar, el Grana lateralizó y durmió la pelota en una serpentina que favoreció a los come-piernas canallas. Cuando debió tener la pelota para pensar en frío, decidió ser más veloz y frenético.

La precoz salida de Valeri, que obligó a Zubeldía a mover las piezas, fue otro elemento que desordenó la planificación. Blanco, por izquierda, no se proyectó nunca, metió diagonales cortas que no llegaron nunca a los delanteros. Salvio, picante y nuevamente importante cuando le tocó ser punta, desapareció como volante. Y Central, necesitado como pocos, aprovechó cada centímetro de ventaja, como por ejemplo la defensa sin los habituales titulares que tuvo que plantar su rival. Lo positivo fue que, tras el 1-0 luego del golazo de Lima de tiro libre, el team rosarino no se replegó.

Y hubo cambio de roles, en el complemento. Zubeldía anotó cada falencia y comió cabezas en el entretiempo. Puso a Ledesma, soldado combativo, y subió unos metros a Blanco. Un acierto que quedó en evidencia al minuto del segundo tiempo: Sebastián puso el empate luego de un gran pase de Sand, luego metió el centro para el 2-1 de Lagos, aunque también armó dos o tres jugadas más con Salvio y Cía. que no terminaron en gol por los reflejos de Broun.

Entregó un tiempo como ante River, pero esta vez Lanús logró hacer brillar su chapa con sus bajitos. Quedó, por ahora, arriba, y espera por dar el gran golpe ante Banfield.

Fuente: Diario Olé

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