miércoles, 27 de mayo de 2009

Crónica de una fiesta anunciada

La orgásmica victoria conseguida ante los pingüinos lomenses el último sábado no hizo más que ratificar la inmensa superioridad Granate en el clásico sureño, tanto dentro como fuera del rectángulo. Somos más, somos mejores…somos Bicampeones…sólo por ahora.

En la nota del 13 de mayo, titulada “Seis para triunfar”, cuando ya nos llegaban las primeras informaciones sobre la escasísima cantidad de entradas que iba a recibir el más grande del sur en su visita al Rasty de Peña y Arenales, confiamos en que nuestros directivos iban a poder destrabar esta situación tan perjudicial. Si bien estuvimos en vilo hasta el mismísimo día de la puesta en venta de las populares, y más aún, luego de haber agotado los tickets para la tribuna fina, piña, minga, o como catzo se llame, fue grato ver que nuestra confianza no había sido defraudada, y vaya uno a saber como, la tribuna visitante estuvo repleta de hinchas de Lanús. Ya desde muy temprano (arribamos al estadio a las 14 hs), el público que sí sabe lo que es salir Campeón ingresaba paulatinamente. Banderas, bombos y trompetas desfilaban lentamente para comenzar a darle color y a gestar lo que a la postre sería una fiesta. En el transcurso del primer tiempo del cotejo de reserva comenzaron los típicos gritos de un lado y otro, esos alaridos que en general despiertan primero risas (¿Cómo uno puede evitar estallar de risa cuando un loco grita ¡Virrrrrrrgen!, en una cancha vacía, en casi absoluto silencio?), para luego dar lugar al fervor irrefrenable, cuando del otro lado responden, dándose entonces ese ida y vuelta que forma parte del folclore del fútbol. Luego llegaron las canciones y, entonces, el clima ya estaba instalado.
La promesa en las semanas previas de otorgar a Lanús solo 2.900 generales por parte de los multicolores, hecho inclusive aprobado en reunión de Comisión Directiva de los lomenses, se iba cayendo como calzón de chica de vida veloz, a medida que los minutos corrían y la gente Granate iba colmando el espacio medio entre dos hileras de vigilantes (eran policías, no hinchas de Banfield con chalecos naranjas). Llegó entonces el momento en que los uniformados debieron ceder algunos metros hacia ambos costados, para luego finalmente, y dado que los Granates no paraban de ingresar, correrse hasta los límites de la tribuna, quedando toda la visitante a disposición de Lanús. Esto hizo recontra calentar a los locales. Mirá que hay que hacer calentar a un pingüino. Pero hasta eso logró Lanús este sábado, desafiando la física y marcando una amplitud térmica récord. Mientras los inadaptados plateístas locales querían hacer trizas algunos palcos en los que presuntamente se ubicaban dirigentes de Banfield, la ya súper numerosa popular Granate cantaba “olé, olé, olé, Portell, Portell”, metiendo aún más el dedo en la llaga.
Previo a la salida de los equipos, Lanús le dio una lección de cánticos a su rival. Con nuestros jugadores en el campo de juego realizando el calentamiento pre competitivo, el gentío Granate alentó sin cesar, destacándose la canción “Se parece más a ti”, que casualmente, como pedimos hasta el hartazgo desde este humilde espacio, no hace más que alentar a Lanús, sin ningún tipo de apologías al consumo de droga ni al hinchismo de la barra brava, sino que sólo viva los colores, el escudo y la ciudad, con el condimento de la frase de Diegote, “en el sur somos todos de Lanús”. Entonado este tema, Lanús enmudeció a los locales por un largísimo rato, al punto de llegar a dejarlos atónitos observando la coordinación y la coreografía de la popular visitante, sumado a un volumen estruendoso.
Las salidas fueron coloridas de ambos lados. Ellos con unas bombas de papelitos y unos sopletes le dieron colorido a su sector, más la bandera que cubrió la tribuna local de atrás del arco, con el slogan “Nosotros evolucionamos”… el mono terminó siendo hombre, habrá que ver en que muta el pingüino. Por su parte Lanús, con globos, bombos, trompetas, banderas y mucho aliento, simulaba ser la orquesta de Lalo Schifrin, una batucada que daba gusto ver y oír.
Lo mejorcito de la tarde fue el arribo de Carlos Bossio al área que da a la tribuna local. Al recibir los chiflidos y algunos insultos de “La Gloriosa Gente” (lo de Gente lo entendemos, lo que nunca pudimos comprender fue lo de Gloriosa), el golero que cada vez cae más simpático producto de mejores actuaciones pero sobre todo, desde la llegada de Caranta, por sus declaraciones populistas, hablando bien de los propios y tirando palitos contra los vecinos, dio varias vueltitas además de hacer gestitos idénticos con su brazo derecho, con el dedo índice en alto. La representación de “Nosotros dimos la vuelta”, repetida en varias oportunidades, por si no lo habían visto bien, fue tan placentera que no solo despertó carcajadas, sino también emociones y aplausos. Chiquito hizo lo que cualquiera de nosotros hubiera querido hacer: se rió, y les dijo en la cara, ”cierren el upite, nosotros salimos Campeones”.
Banfield comenzó a hacer gala de su historia, y demoró con la caída de Barrales y los saques de arco de Lucchetti. El empate les servía y hacer tiempo es algo que les sienta de perillas. Luego llegaría el corte accidental de Fritzler con Bustos, y allí el medio campista pingüino se pasó: pudiendo salir de la cancha para que lo venden, eligió tirarse faltándole 5 metros para llegar a la línea lateral. Luego de ser vendado y de que transcurran varios minutos, Pezzota, correctamente como lo marca el reglamento, lo hizo salir. La justicia se dio una vuelta y le dio el gol a Lanús. Encima, para caldear los ánimos, el gol fue polémico, por un off side que no fue pero que fue finito, porque Sand parecía haber tocado la pelota aunque no, porque Lucchetti dudó, porque Bustos se iba expulsado… A río revuelto, ganancia Granate y delirio en la tribuna colmada con más de 8 mil Granates (¿no eran 2.900?).
Llegaría el entretiempo y un nuevo capítulo del show. Banderas de palo colmarían el escenario popular, para dar una nueva lección de baladas de los Campeones del Apertura 2007, tapando a la voz del estadio y a los sin voz. Los Granates ubicados en la platea aprovecharon para acercarse a la reja que da a la tribuna “Mudiño” para gozar de esa victoria parcial ante los gélidos que buscan un poquito de sol de frente para alivianar tanto fresco.
Durante el segundo tiempo, todo siguió igual. Banfield era puro pelotazo y su gente seguía pensando como habían entrado tantos hinchas de Lanús, Portell y la rep…que lo parió. Un tiro libre que dio en el lateral externo de la red hizo gritar a los multicolores, pero pobrecitos, tal vez ignoran que la pelota debe pasar entre los tres palos para que se sancione el gol. Esto no es rugby; que ellos pateen pum para arriba al mejor estilo Hugo Porta o Gonzalo Quesada (lo de Nasuti fue directamente rústico: jamás salió jugando) es solo una muestra más del poco gusto por el fútbol vistoso que tienen. Pero con “cara de perro triste” Falcioni no hay expectativas de cambio. Seguirán perforando nubes a puro puntinazo.
El aguante Granate bajaba desde las tribunas y se prolongaba en el campo de juego. De hecho, varios jugadores y el joven DT hicieron referencia a que “el partido lo empezó a ganar la gente”. Es innegable que sobre los minutos finales sufrimos como perros entre los goles perdidos y los pelotazos que caían en el área de Bossio (nunca, nunca, nunca, esperen una jugada elaborada de parte de los sobornadores y dopados). El final trajo la inmensa alegría del triunfo, el desahogo total y la euforia y la algarabía desenfrenadas. Durante unos 20 minutos los Granates se quedaron festejando haber sostenido el liderazgo del torneo, la continuidad histórica del rival en su lucha por evitar la promoción y el triunfo en el clásico. La estrechez del pasillo de salida de la tribuna visitante colaboró con la causa, haciendo de la salida un proceso lento pero inmensamente festivo y placentero. Mientras tanto, los compradores de pilas de calculadora (una buena: esa función también la tienen los celulares) continuaban conjeturando sobre la marea Granate, además de pedirle a los santos por los resultados de los competidores de la tabla de abajo, pensar en los puntos que tienen que sacar para zafar de la promoción y debatir acerca de la conveniencia de salir a ganar en el próximo encuentro ante Huracán, porque no querrán darnos una mano pero la soga aprieta el cuello y no queda otra.
Una nueva edición del clásico marcó a fuego, una vez más, la realidad. Lanús es el más grande del Sur…lejos. La alegría no tiene fin, diría Jadson Viera. Los festejos continúan. Pero el presente nos marca que podemos grabar la tercera estrella, y para eso, hay que pensar en San Lorenzo. El clásico es nuestro. Los problemas son de otros.

Por Maximiliano Asurey

Fuente: Lanus.com.ar

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